Descubren circuito cerebral que controla el dolor crónico. Investigadores de la Universidad de Pensilvania identificaron en ratones un circuito cerebral clave que regula el dolor crónico, ofreciendo nuevas perspectivas terapéuticas.
El dolor crónico, definido como aquel que persiste más de tres a seis meses, afecta cerca del 20 % de la población mundial, y hasta ahora carecía de una categorización precisa que facilitara tratamientos efectivos.
El estudio se centró en el núcleo parabranquial, una región poco estudiada del cerebro, y en un grupo de neuronas con receptores del neuropéptido Y. Estas neuronas permanecen activas incluso tras la sanación de la lesión, actuando como centinelas del dolor persistente.
Descubren circuito cerebral que controla el dolor crónico
Al manipular la actividad de estas neuronas en ratones, los científicos observaron que:
- Activarlas provocaba conductas asociadas al dolor, incluso sin daño físico.
- Inhibirlas reducía significativamente el dolor crónico, sin afectar la percepción del dolor agudo, fundamental para la alerta frente a lesiones.
El estudio también reveló que el cerebro modula el dolor crónico según necesidades vitales: hambre, sed o presencia de depredadores disminuían la actividad de estas neuronas, priorizando la supervivencia sobre el sufrimiento persistente.
Este hallazgo sugiere que el cerebro actúa como un interruptor de prioridades, silenciando temporalmente el dolor crónico cuando surge una emergencia, sin comprometer la señal de alarma del dolor agudo.
Las implicaciones terapéuticas son amplias: medicamentos dirigidos al neuropéptido Y, estimulación cerebral profunda, meditación o acupuntura podrían regular la actividad de este circuito. Además, su medición podría convertirse en un biomarcador objetivo para diagnosticar y evaluar tratamientos del dolor crónico.
Aunque los resultados son prometedores, los autores advierten que la complejidad del dolor crónico humano requiere cautela antes de trasladar los hallazgos a la clínica. No obstante, este descubrimiento proporciona un nuevo enfoque para comprender y tratar el dolor persistente, abriendo un camino innovador en neurociencia y medicina del dolor.