Valencia, 14 de octubre de 2025-. Derrocaron al presidente de Madagascar con un golpe militar. El presidente de Madagascar, Andry Rajoelina, fue derrocado este martes en un golpe militar que puso fin a días de tensión política.
El Ejército suspendió la Constitución y anunció la creación de un consejo de gobierno integrado por oficiales del ejército y la policía.
El coronel Michael Randrianirina, líder de la unidad de élite Capsat, confirmó que los militares “están tomando el poder” y que se formará un gobierno civil provisional.
“Nombraríamos rápidamente a un primer ministro para conducir el país”, afirmó ante periodistas frente al palacio presidencial de Antananarivo, donde manifestantes celebraban junto a soldados.
Según Randrianirina, se celebrará un referéndum en dos años, aunque no ofreció más detalles sobre el proceso de transición política.
Derrocaron al presidente de Madagascar con un golpe militar
El golpe militar derroca a Rajoelina mientras el mandatario intentaba mantenerse en el poder mediante un decreto para disolver el Parlamento.
Sin embargo, los legisladores ignoraron su maniobra y votaron mayoritariamente por su destitución.
Desde un lugar desconocido, Rajoelina emitió un comunicado calificando el anuncio del coronel Randrianirina como una “grave violación del estado de derecho”.
Su oficina aseguró que “el Estado sigue en pie” y calificó las acciones del ejército como una usurpación ilegal del poder.
Rajoelina, de 51 años, llegó al poder tras un golpe militar en 2009 y había enfrentado crecientes críticas por su gestión económica y social.
Protestas juveniles y pobreza persistente
El golpe militar que derroca a Rajoelina ocurre tras semanas de manifestaciones juveniles encabezadas por la llamada generación Z.
Las protestas comenzaron por los cortes de electricidad y agua, pero se transformaron en un movimiento contra la corrupción y la desigualdad.
Madagascar, con 30 millones de habitantes, es el mayor productor mundial de vainilla, pero enfrenta altos índices de pobreza.
Según el Banco Mundial, el 75% de la población vive en condiciones precarias, lo que alimentó la indignación social.
