Versión Final– Caracas, 9 de noviembre de 2024-. A pesar de la disminución de cruces ilegales hacia Estados Unidos, migrantes de diversos países, en su mayoría venezolanos, siguen arribando a El Paso, Texas, en busca de refugio y asistencia básica.
Sin recursos ni familiares en el país, muchos encuentran refugio temporal en iglesias, que adaptan sus instalaciones para recibir a cientos de personas diariamente.
Según un reportaje del diario colombiano El Tiempo, Rafael García, sacerdote de la iglesia Sagrado Corazón, transformó la cancha de baloncesto de su templo en un refugio improvisado.
El padre relata que más del 90 % de los migrantes que llegan al lugar son venezolanos, aunque también atienden a personas de Colombia, Ecuador y Centroamérica.
Madres embarazadas, familias completas y migrantes llegan traumatizados tras atravesar la peligrosa selva del Darién y, posteriormente, México, donde enfrentaron extorsiones y secuestros.
“Escuchamos historias de persecución política en Venezuela, crisis económica y casos de extorsión. Los colombianos, en cambio, huyen de la guerrilla y la violencia, mientras otros migrantes escapan del crimen y la pobreza extrema”, explica el sacerdote cubano.
La estancia de los migrantes por El Paso es breve; la mayoría sigue hacia otras ciudades en busca de estabilidad. Aunque el refugio ofrece comida, atención médica, clases de inglés y apoyo psicológico, las oportunidades laborales en la ciudad son escasas, y menos del 1 % de los migrantes permanece allí a largo plazo.
El salario promedio en El Paso es de alrededor de $12 por hora, significativamente inferior al de otros estados, donde los salarios mínimos superan los $17.
A pesar de sus esfuerzos, el refugio Sagrado Corazón cerró sus puertas en octubre debido a una reducción en el número de migrantes, resultado de políticas migratorias más restrictivas impuestas por el presidente Joe Biden, que limitan la entrada de indocumentados y aceleran las deportaciones.
Rafael García describe el cierre como “un fin de ciclo” tras dos años de atención constante y menciona que, aunque el albergue dejó de operar, la iglesia continúa dispuesta a ayudar a quienes lleguen en condiciones críticas.
Otros refugios en El Paso, como la Casa de la Anunciación, liderada por el sacerdote Rubén García, enfrentan desafíos adicionales. Esta organización ha proporcionado ayuda humanitaria durante 47 años, recibiendo a más de dos millones de migrantes desde su apertura.
Sin embargo, ahora se enfrenta a una demanda interpuesta por el procurador general de Texas, Ken Paxton, quien acusa al refugio de «traficar con personas». Un juez bloqueó temporalmente la demanda, alegando que podría tener un trasfondo político, pero el caso sigue en proceso en el sistema judicial estatal.
El cura defiende la misión de su organización, afirmando que su labor humanitaria se basa en valores cristianos de solidaridad y apoyo al prójimo.