Infobae – Valencia, 9 de octubre de 2024-. Eran cerca de cien, peludos y hambrientos, rodeando la casa de una mujer en Poulsbo, Washington, Estados Unidos, exigiendo comida. Durante décadas, ella les había ofrecido alimento, y lo que comenzó como un acto ocasional se había transformado en una invasión desesperada.
Todo ocurrió el 3 de octubre, cuando los mapaches, que hasta entonces merodeaban de forma aislada, aparecieron en masa. La escena era inverosímil: los animales rodeaban la vivienda, rascaban las paredes y ventanas, esperando ser alimentados, como lo habían sido durante los últimos 35 años.
Ese día, la situación se salió de control. Los mapaches habían estado visitando la propiedad de la mujer desde hacía semanas, en grupos cada vez más grandes. Día y noche, se congregaban sin tregua, bloqueaban las puertas y convertían la rutina de la mujer en un cerco constante.
Temiendo lo peor, y con la agresividad creciente de los nuevos animales que se unieron al grupo, la mujer no tomó la decisión de refugiarse en su auto. Desde allí, bloqueada por los mamíferos, pidió ayuda a las autoridades policiales, según el medio de Estados Unidos Kitsap Sun.
Este incidente, que podría parecer sacado de una fábula moderna, reveló las consecuencias de alimentar a la fauna silvestre. Durante casi cuatro décadas, la mujer había convivido con algunos mapaches que consideraba amigables, pero nunca había imaginado que su patio trasero arbolado se convertiría en un punto de reunión masivo.
Las semanas previas, los grupos de mapaches habían crecido hasta el punto de hacerse incontrolables, y aun así no midió la gravedad del asunto. La mujer nunca esperó que caigan cerca de 100. En palabras de la propia mujer, los animales nuevos eran “agresivos” y la aterrorizaban.
La intervención de las autoridades
Al recibir la llamada, los agentes del condado de Kitsap acudieron rápidamente al lugar. La escena que encontraron los dejó perplejos. Según el portavoz del sheriff, Kevin McCarty, nunca habían visto algo parecido: una bandada de más de cien mapaches rodeando una casa.
“Ella dijo que los mapaches normales son agradables, pero los nuevos la asustan”, aseguró McCarty según el medio estadounidense USA Today.
La mujer, aun en su coche, aguardaba la llegada de las autoridades, incapaz de salir debido al cerco de animales que habían convertido su hogar en una trampa. Afortunadamente, cuando los agentes llegaron, los mapaches no mostraban signos de agresividad y le permitieron a la mujer abandonar su propiedad sin mayores incidentes.
A pesar de la relativa calma, la magnitud del problema planteaba un desafío más allá de lo que los agentes podían manejar. El costo para capturar y reubicar a los mapaches resultó ser prohibitivo. Las cifras, según los reportes, alcanzaban los 500 dólares por animal, un precio imposible de asumir para la dueña de la casa, según CBS Austin, medio estadounidense.
Ante esta situación, los agentes la remitieron al Departamento de Pesca y Vida Silvestre del Estado de Washington, la entidad encargada de gestionar estos casos. Sin embargo, incluso para las autoridades de vida silvestre, la solución no era sencilla.
El departamento alertó sobre los peligros de alimentar a la fauna silvestre, y aprovechó el caso para comunicar que cuando los animales pierden su instinto natural de cautela hacia los humanos, las situaciones se vuelven peligrosas. “No diría que es algo común, pero alimentar a la fauna silvestre es un problema recurrente con el que lidiamos”, dijo Bridget Mire, portavoz del departamento según Kitsap Sun.
Mire también advirtió sobre la propagación de enfermedades y el riesgo de atraer depredadores. Con la situación fuera de control, y sin una solución inmediata a la vista, quedó claro que alimentar a los animales, por más inofensivo que parezca, puede desencadenar problemas que van más allá de lo imaginable.
Con información de Infobae.