Versión Final – Valencia, 13 de septiembre de 2024-. El matrimonio es un deseo del corazón para muchas personas alrededor del mundo, incluso un objetivo de vida necesario para sentir plenitud y vivir la gracia del amor en todo su esplendor. Sin embargo, también existen aquellos que no se inmutan ante la idea y quienes más que eso sienten rechazo por el tema.
Un informe publicado por el Observatorio Demográfico de España reveló que hasta el 50% de los jóvenes españoles podrían no contraer matrimonio nunca y que, asimismo, alrededor del 50% de todos los matrimonios que se celebran, terminan en divorcio. Es una situación que acarrea problemas como la desintegración familiar o la baja natalidad.
Hay cientos de causas y diferentes factores de los que nace esta tendencia, pero uno de ellos llama la atención por sus cualidades: La misogamia, una tendencia que nace del rechazo proyectado hacia el matrimonio, que por muchos es visto como una carga, que somete a presiones sociales y a la restricción de la libertad individual.
El término proviene del griego “misos”, que significa “odio” y “gamos”, que significa “matrimonio”, es un concepto que data de mediados del siglo XVII y que se encontraba bien incorporado en la sociedad medieval dentro del clero y altos miembros de la iglesia, a los que se les exigía mantener la pureza del cuerpo a través del celibato, una forma de abstinencia permanente.
Las personas que experimentan la misogamia pueden tener razones en extremo variadas, pero por lo general se debe a cuestiones muy personales, relacionadas con malas experiencias amorosas, preocupaciones económicas o padres divorciados.
Se trata de una tendencia en la sociedad española, que a pesar de tener una etimología asociada con el odio, no es más que la decisión voluntaria de mantenerse alejado de aquella responsabilidad conocida como matrimonio; lo que no deja a nadie desprovisto de la posibilidad de tener una pareja, pero sí que dificulta la formación de relaciones más estables y duraderas.
Con información de Versión Final.