En las profundidades de los océanos alrededor de Tasmania, Australia y Nueva Zelanda, vive una criatura que ha capturado la atención tanto de científicos como de internautas: el pez borrón.
Conocido científicamente como Psychrolutes marcidus, este peculiar pez ha sido apodado el “animal más feo del mundo” y se ha convertido en una curiosidad viral.
Descripción física y hábitat del pez borrón
El pez borrón se distingue por su apariencia gelatinosa y su perpetua “sonrisa invertida”. Su piel, de un color rosa pálido y textura aguada, contribuye a su apariencia desalentada cuando es sacado de su hábitat natural.
Este pez alcanza usualmente una longitud de menos de 30 centímetros y pesa alrededor de dos kilogramos. Sus huesos son ligeros y su cuerpo carece de músculos fuertes, una adaptación que resulta esencial para su supervivencia en las profundidades oceánicas.
El hábitat del pez borrón se encuentra en las profundidades de los océanos de Oceanía, específicamente entre los 400 y 1.700 metros bajo la superficie. En este entorno, la presión es aproximadamente 100 veces mayor que en la superficie.
Estas profundidades extremas son difíciles de explorar para los humanos, lo que hace que las observaciones directas del pez borrón sean raras y valiosas. A pesar de su apariencia frágil, este pez está perfectamente adaptado para soportar la presión aplastante de su entorno.
Adaptaciones a la profundidad
Las adaptaciones del pez borrón a la vida en las profundidades son notables. Una de las características más importantes es su flotabilidad neutra, lo que significa que su densidad es similar a la del agua que lo rodea. Esta característica es crucial porque, a diferencia de muchos otros peces, el pez borrón no posee una vejiga natatoria, el órgano que permite a los peces controlar su flotabilidad. En su lugar, el pez borrón utiliza su masa gelatinosa para flotar sin esfuerzo en el fondo del océano.
Además, la estructura ósea del pez borrón es extremadamente ligera, lo que le ayuda a mantenerse suspendido en el agua sin gastar mucha energía. Debido a la falta de músculos desarrollados, este pez depende en gran medida de las corrientes oceánicas para moverse. Su dieta consiste en pequeños crustáceos y caracoles de mar que se cruzan en su camino, ya que no es un cazador activo.
Noticia al Día/infobae